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En la época precolombina el territorio que actualmente corresponde al cantón de Cañas, estuvo habitado por indígenas del llamado grupo de los corobicíes; que en los inicios de la Conquista eran dominios del cacique Corobicí.

Según estudios de don Cleto González Víquez, estos aborígenes ocuparon el área comprendida entre los ríos Lajas y Tenorio.

La región fue descubierta por don Gil González Dávila en 1522. Por orden de don Juan Vázquez de Coronado, en 1562 el fraile Martín de Bonilla catequizó entre 600 a 700 indios corobicíes. La primera referencia de la población de Las Cañas, apareció en un informe de don Diego de Mercado, en el año de 1620. En visita pastoral efectuada en 1739, por Monseñor don Domingo de Zataraín, Obispo de Nicaragua y Costa Rica, autorizó la construcción de una ermita en Las Cañas, en vista de que la atención de los fieles en esa comunidad estaba encomendada a la coadjutoría de Bagaces.

En 1751 Monseñor don Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, efectuó la octava visita pastoral a la Provincia de Costa Rica; posteriormente presentó un extenso informe de su viaje, en el cual indicó entre otras cosas que en el sitio denominado Las Cañas, a unas veinte leguas de ciudad Esparza, vivían unas veinte familias, así como existía una ermita de techo de paja, dedicada a San José, en donde celebró misa y bautizó a noventa personas.

La primera ermita se construyó en 1739. En 1800 se erigió como Parroquia. La iglesia actual se consagró en 1966, durante el arzobispado de Monseñor don Carlos Humberto Rodríguez Quirós, cuarto Arzobispo de Costa Rica; la cual en este momento es sufragánea de la Diócesis de Tilarán de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica. En la administración de nuestro primer Jefe de Estado, don Juan Mora Fernández, el 4 de noviembre de 1825, en ley No 63, Cañas constituyó un distrito del Departamento Occidental, uno de los dos en que se dividió, en esa oportunidad, el territorio del Estado, con las villas Cañas y Bagaces, y ciudad Esparza.

En ley No 105 del 27 de Marzo de 1835, Cañas fue un pueblo del Departamento Guanacaste mediante ley No 36 del 7 de diciembre de 1848, Cañas junto con Bagaces conformaron el cantón cuarto de la provincia Guanacaste. El 29 de setiembre de 1858, por ley No 22, se dispuso el traslado de las villas Cañas y Bagaces al punto denominado Bebedero, en la confluencia de los ríos Las Piedras (hoy Blanco) y Tenorio, veinticuatro años después por decreto del Poder Ejecutivo, el 31 de julio de 1882, se derogó la anterior ley.

En la administración de don Tomás Guardia Gutiérrez, el 12 de julio de 1878, en ley No 9, se le otorgó el título de villa a la población de Cañas, cabecera del cantón, creado en esa oportunidad. Posteriormente, el 6 de junio de 1921, en el gobierno de don Julio Acosta García, se decretó la ley No 9 que le confirió a la villa, la categoría de Ciudad. En el año de 1846 se estableció una escuela en la localidad, de conformidad con el decreto promulgado por el Estado de crear escuelas en todos los pueblos del país. Monseñor don Luis Leipold fundó una escuela de primeras letras, la cual en este momento lleva su nombre.

En 1960 inició su actividad docente el Liceo Municipal de Cañas en la administración de don Mario Echandi Jiménez; por acuerdo de la sesión No 107 del 30 de marzo de 1984 de la Comisión Nacional de Nomenclatura, se aprobó bautizar el liceo con el nombre del profesor don Miguel Araya Venegas.

El primer alumbrado público de Cañas, fue de lámparas de canfín, colocadas aledañas a la calle principal, las cuales fueron reemplazadas por lámparas de carburo.

En relación con el nombre del cantón existen dos versiones populares. Una se refiere a la denominación que se le dio al río, por existir en sus márgenes gran cantidad de caña brava, y luego se asignó a la población que se ubicó próximo a él, como Las Cañas. La otra versión se atribuye a la visita efectuada por el general don José María Cañas, al lugar, que en ese tiempo se llamaba El Escarbadero; quien agradecido por las atenciones que le brindaron los pobladores, les propuso que en el futuro el pueblo llevara su apellido; a los vecinos les agradó la idea, por lo que acordaron seguirse llamando Cañas.